Hoy nos convoca un tema que es importante, trascendental y profundo. Es un tema que generalmente hace que las personas lleguen a consultar a un terapeuta o psicólogo. Sin lugar a dudas, ha sido el caso de la gran mayoría y nos referimos nada más ni nada menos, que al amor. Las personas que están en desequilibrio, se muestran confundidas, perdidas, lastimadas, heridas, y todo porque no cuentan con el más mínimo conocimiento del verdadero amor.
Vamos a explicar elementos fundamentales (para tenerlos en cuenta) y para continuar profundizando en el tema. Generalmente nosotros creemos que eso que vivimos cuando nos sentimos emocionados, atraídos y que se libera toda esa dopamina por nuestro cuerpo, nos ha llegado el amor. Que nos ha flechado, que hemos perdido completamente la cabeza por esa persona y decimos:
“Ya encontré el amor. Es hermoso como me siento, como lo estoy viviendo, siento mariposas en el estómago, estoy emocionado(a), no dejo de pensar en esa persona, todo lo veo lleno de colores, luces, de forma positiva”…
Analicen lo siguiente. ¿Hay diferencia de cuando de repente hemos probado alguna droga o hemos vivido la experiencia de alguna tacha o mariguana? No existe ninguna diferencia. Por eso al que se está drogado, se le dice que esta dopado. Porque dopado viene de la palabra dopamina, y la dopamina es la que se libera en todo nuestro organismo cuando nos enamoramos. Ese enamoramiento que nosotros experimentamos, nos hace perder completamente la cabeza. Por eso se dice que el amor es ciego. Se dice que es ciego porque llegamos a pasar por estas situaciones en las que decimos:
“No puedo creer todo lo que siento, no es mi tipo, me maltrata, me juzga y sin embargo, no puedo evitar dejar de amarlo”.
No puedo evitarlo porque estoy drogado y a la vez, siendo víctima del enamoramiento. El enamoramiento de lo único que nos está hablando a nosotros es que tenemos un escaso desarrollo espiritual. Este se produce cuando hemos alcanzado un crecimiento a nivel energético que solo llega hasta el 3er chacra (es el que rige las emociones). El verdadero amor, el amor clarividente es aquél que tiene razones que la razón desconoce, y surge a partir del 4to chacra (que es el centro del corazón).
Para llegar hasta ahí, debemos de tener un trabajo interior importante. El primer centro maneja el tema de la nutrición y el instinto. El segundo centro el de las sensaciones, de experimentar cosas nuevas y el tercer centro el de las emociones. En estos tres primeros centros, siempre pasa que el objeto amado está afuera. Puede ser una persona o en algunos casos, cosas materiales que son mucho más superfluos y vanos que un ser humano.
¿Qué sucede cuando nos enamoramos de esa manera a nivel sexual y emocional de un hombre o una mujer?
Que en algún punto estamos condenados a sufrir. Por eso es que los terapeutas recibimos casi en un cien por ciento personas que están lastimadas, heridas, confundidas y todas relacionadas al amor. Porque inclusive la mala salud si se profundiza tiene que ver con el amor. La falta de desarrollo material también tiene que ver con la no comprensión del amor.
De seguro todos han vivido esa experiencia en donde el enamoramiento siempre nos lleva a un punto de enceguecimiento, y cuando llegamos al punto en donde la dopamina sale del cuerpo; se va el enamoramiento. Entonces nos cae la cruda realidad. Si no hemos producido una adicción a esa condición de enfermedad (a la cual la droga de la dopamina nos ha llevado), en ese momento queremos terminar el proceso. No es fácil terminar con esa relación ya que generalmente salimos lastimados y heridos.
Eso es lo menos que nos puede llegar a pasar. Porque si somos adictos a esa persona, a pesar de que el enamoramiento se haya ido, no nos podemos distanciar o separar de esas condiciones a la cuales el enamoramiento nos ha llevado. Posiblemente después de esto nos condenamos a muchos de años de una vida llena de frustración, de esclavitud, llanto, dolor y sufrimiento. Todos nosotros lo hemos visto en otras personas y muy posiblemente en nosotros mismos. Y díganme, ¿eso es el amor? Por supuesto que no.
El amor es algo superior, que no tiene que ver con el objeto, ni con una persona de afuera, el amor tiene que ver con el sujeto. Objeto: afuera, sujeto: adentro. El sujeto tiene que ver con uno mismo y con liberar un sentimiento que ha trascendido completamente la emoción. La diferencia entre emoción y sentimiento es grande. La emoción es la barrera que separa el enamoramiento del amor. El amor es sin condición, es un sentimiento que expande, que libera, que fluye en todas direcciones y que siempre está destacando lo positivo, lo valioso, lo radiante y lo luminoso. Siempre está unificando, acogiendo y no intentando poseer, sino todo lo contrario, liberando.
Como en el enamoramiento el objeto amado está fuera de nosotros, buscamos empoderarnos de esa persona o esa condición, para que no se nos salga de los cánones establecidos de que aquello que creemos que nos da la felicidad. Al hacer esto, el amor que pudo haber existido real y genuino entre esas personas se va marchitando. El amor es algo vivo y día con día se debe alimentar, cuidar y hacerlo crecer, porque si no muere.
¿Qué pasa con aquella persona que ya ha encontrado el amor, que su amor parte desde el sujeto y no va en dirección al objeto?
Esa persona vive en libertad, siendo gozoso, alegre y ya no importa lo que hace o no hace la otra persona, porque los celos no tienen poder sobre él o ella. Los apegos tampoco le generan una condición de esclavitud.
Hacia allá nos tenemos que dirigir todos nosotros y trabajar por ello. No es fácil llegar a ese punto. Ustedes lo sabrán, así como yo también lo he sabido. Es difícil liberarnos de esos condicionamientos, debilidades y necesitamos hacernos cargo de nosotros mismos para darnos cuenta que no podemos basar nuestra felicidad en la persona que tenemos a lado. Transformarnos en personas libres, alcanzar ese punto de amor puede representar para mucha gente a nuestro alrededor el rechazo, generar la crítica, tener enormes conflictos. Porque para muchas personas es un insulto que una persona sea independiente, feliz y que no dependa de nada ni de nadie.
De igual forma no nos podemos detener. Como las personas de amor que somos, tenemos que comprender a estas personas que no son capaces de entender esta forma en la que amamos.
Mucha gente confundirá ese amor desapegado, sin condicionamientos y sobre todo libre. Lo entenderán como que en realidad sabes amar si no celas, si no persigues, si no ruegas y no es así.
Es real que las mujeres tienen una capacidad de amar más elevada que los hombres, cuentan con condiciones internas que están mucho mejor predispuestas a nivel superior y espiritual que la de los hombres. Sin embargo, todavía no han logrado cruzar y alcanzar al cuarto centro. El hombre generalmente lo que busca en primera instancia, es el sexo. Quiere poseer a esa mujer, a ese objeto tan deseado y lo quiere llenar y satisfacer. La mujer en cambio busca compartir la felicidad en base al sentirse querida, amada y acompañada. Entonces se vuelve un intercambio. La mujer da sexo y el hombre de forma constante y permanente, le endulza el oído diciéndole cosas maravillosas y bellas, pero que realmente no son ciertas.
Si ustedes quieren encontrar un hombre fiel, pueden buscarlo en los fieles difuntos, porque no existen. La fidelidad surge a partir de que la persona, (hombre o mujer) ha alcanzado el amor verdadero. Ese es el verdadero amor que nos lleva a la fidelidad. Sé que puede resultar un poco difícil de comprender, porque tratar de entender este tipo de amor del cual muchos de los maestros nos han hablado; requiere un trabajo de limpieza interior en donde los egos y la contaminación deben ser debilitados y disueltos. Se requiere que seamos perseverantes, puesto que desde que nacemos se nos ha programando para transmitir nuestro amor de forma condicionada, limitada y negativa.
Para encontrar un hombre fiel debemos encontrar un hombre con un desarrollo espiritual importante. Y para encontrar una mujer con estabilidad, también debe de contar con un importante desarrollo espiritual.
No puede ser posible que la mujer sufra tanto, que permanentemente esté basando su felicidad, alegría y dicha en base a lo que haga o no haga la persona que tiene a lado. Y mucho menos que esté brindando sexo a esa pareja que tenga, para que se sienta bien y feliz sin darse cuenta que si llega a un intercambio sexual, debe y tiene que haber un amor que vaya mucho más allá de las formas.
El amor en donde el sujeto es el protagonista, lo irradia y genera, así como una flor expande su aroma en todas direcciones. Pero este no es el último peldaño. En esas condiciones estamos hablando de un hombre superior. Sin embargo, cuando ya dejamos inclusive de ser el sujeto y nos transformamos en el amor mismo, alcanzamos lo que se llama la trascendencia y salimos completamente de la dualidad de objeto y sujeto. Damos un increíble salto hacia el amor mismo.
Hoy que iba en mi carro, vi en una pared algo escrito que decía: “Jesús te ama”. Pero esto es un error porque Jesús es el amor mismo. Hay una enorme y sutil diferencia en esto y debe ser comprendido y entendido. La persona que ha alcanzado la trascendencia como Jesús, no hace una separación entre el amante y el amado. Es el amor mismo. Entonces Jesús es amor es muy diferente a decir Jesús te ama. Él está unido a todos nosotros, conectado al Universo y a Dios. Jesús es amor por eso Dios es amor.
Jesús alcanzo la condición del Espíritu a la cual todos nos tenemos que dirigir. En primera instancia hay que pasar por el enamoramiento. Todos tenemos que pasar por esa etapa de darnos topes contra la pared, lastimar y sufrir. No hay nada de malo en eso. Es el amor ciego del cual nos ayuda a nosotros a comprender de que no nos debemos de quedar ahí, entonces pasamos al amor clarividente donde todo se acomoda, se brinda y se da, porque lo hemos logrado y alcanzado con nosotros mismos. El sujeto es el protagonista y va lo genera en todas direcciones. Es maravilloso haber llegado a ese punto, pero tampoco queda ahí. Tanto genera la persona un amor en todas direcciones, que empieza a conectarse, a extender su vibración y su energía hasta alcanzar al mismísimo Espíritu y unificarlo a él.
Primero debemos de entender y comprender que cuando tenemos una relación de pareja, cada quien tiene sus propias raíces, su propia libertad e independencia. No es posible que vivamos condicionando a la persona que tenemos a lado y lo primero que hagamos, es perder su confianza y amistad. ¿No fue eso lo que los unió y conectó con esa persona? Que se divertían, se comprendían, se entendían y se contaban todo porque eran grandes amigos. En cuanto se vuelven pareja resulta que ya no le puedo contar un montón de cosas ni ser abierto ni libre con él o ella. Entonces se perdió la amistad y a partir de ese momento el amor empieza a marchitarse, a morir, a empequeñecerse y a desaparecer por completo.
El tener una relación de pareja es como tener una relación de amistad pero con sexo incluido. Debemos de tener esa capacidad de comprender y asimilar el verdadero amor para que las cosas en nosotros se vayan dando hacia el crecimiento, expansión y comprensión. Porque aquél que ama lo va a entender todo. Es real. Aquél que alcanza la chispa del verdadero amor comprende todo de sí mismo, de la vida que lo rodea, de las personas que desenvuelven su realidad. Cuando se tiene el verdadero amor, no hay manera de no volverse compasivo, de no hacerse uno con todas las personas, con la vida, con la naturaleza. Todo esto es enormemente atractivo para el espíritu que es ese yo superior que existe en nosotros.
Cada vez que nos expandamos más, el Espíritu se va acercando, y va enriqueciendo y alimentando más nuestra alma. Porque si nos quedamos en el enamoramiento ciego no solo no vamos a crecer y a avanzar, sino que nos vamos a frustrar, decepcionar y tener una vida absolutamente marchita.
Para el alma el amor es como el agua para el cuerpo. Todos los días necesitamos hidratarnos, beber y tomar sino nuestro cuerpo empieza a enfermarse. Así también le sucede al alma. Todos los días necesita esa cuota de hidratación de amor, y ese amor tiene que ser lo más limpio y puro, así como el agua que bebemos. ¿Qué pasa si el agua está un poco contaminada? ¿Qué le sucede al organismo y al cuerpo? lo vamos enfermando, matando. Y es verdad, al primer trago puede que no pase nada. Pero ¿qué tal a la semana, al mes o al año? Sólo con un poco de contaminación tiene para que a larga nos vaya matando. Por eso es fundamental, necesario que todos nosotros purifiquemos y limpiemos al amor. Eso significa que hay que elevarnos hacia Dios, para encontrarnos en dirección hacia ese verdadero cristianismo que Jesús predicó.
En el Antiguo Egipto, se hacía referencia al amor como la energía de perfección, como aquella fuerza que nos iba transformando, transmutando, elevando hasta alcanzar esa unidad con la fuente.
Así es como debemos de entender el amor. Porque si nos subimos al tren del verdadero amor, ese que es libre, independiente, lleno de luz; entonces no hay forma de que nuestro avance se detenga.
La fuerza del amor es muy poderosa, por eso todos lo buscamos y lo necesitamos, pero debemos dejar de confundirnos, de limpiar ese bagaje de idioteces con referencias al amor. Nuestro deber es reprogramarnos total y absolutamente con respecto a las relaciones que nosotros debemos y tenemos que tener con la pareja, con la familia y con las amistades. Soltemos los celos, condicionamientos, apegos y de posesiones. Todo eso es veneno para el amor. Sean libres y dejen ser libres a las personas a su alrededor.
Ese es el escenario adecuado para que el amor clarividente comience hacerse protagonista en nuestras vidas y así, cada vez más vayamos en esa dirección de la trascendencia e iluminación que buscamos.
A continuación les comparto algunas frases, de las cuales explicaré la esencia de cada una.
“El machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo”. Eduardo Galeano
¿Estamos de acuerdo con eso? Es así porque el hombre quiere poseer a esa mujer, por lo tanto debe y tiene que ser machista. Pero ojo, que la mujer se transforma en feminista o en hembrita, y también quiere poseer y dominar al hombre. Se transforma en una lucha de poder. Que es lo que generalmente pasa en una relación de pareja. Lo he observado y visto de forma permanente. Es una lucha de poder de ambas partes. ¿Cómo es posible? ¿Cuándo va surgir el verdadero amor en esas condiciones si estoy luchando y compitiendo para doblegar a la persona que tengo a lado?
El amor incluye no excluye. Multiplica y suma pero no divide. Acerca y no aleja. Abraza y no patea comprende y no juzga. Ese es el amor clarividente. Ese el amor que tenemos que ir incorporando en nosotros.
“La gente piensa que lo peor es perder a una persona que se quiere, pero se equivoca. Lo peor es perderse a uno mismo mientras quiere demasiado a alguien”
En esta frase claramente se muestra que el objeto se volvió más importante que el sujeto. El amor de una persona que desborda su amor en dirección hacia afuera, se vacía. Queda completamente famélica, desnutrida, débil, frustrada, decepcionada y traicionada. No debe ni tiene que ser así. Nunca pongamos nosotros al objeto como algo más importante que nosotros mismos.
“La felicidad está dentro de uno no a lado de nadie”- Marilyn Monroe
Vuelve a reconfirmar de lo que hemos estado hablando.
Por lo tanto, ¿cómo llegamos a alcanzar ese amor clarividente?
Es muy simple. No cerrándonos al amor y abriéndonos a él. Hay que experimentar esa relación de amor amando a las personas a nuestro alrededor. Si se llega a presentar la oportunidad por esa empatía, o química con alguna persona el entablar una relación de pareja, hay que tener las cosas muy claras y llevarlas a la práctica de forma perseverante e insistente; a pesar de que eso represente llanto, dolor y sufrimiento. Tendremos que recordarnos a nosotros mismos que hacemos todo esto con la intencionalidad de sublimar esa energía del amor.
No existe un camino sin constancia, esfuerzo personal, perseverancia, y un trabajo permanente y continuo. No hay forma de huirle a las pruebas ya que todo ese esfuerzo y trabajo, produce una condición alquímica en nosotros que va haciéndonos sentir ese amor trascendental. Por eso hay que basarnos en esta máxima de ser y dejar ser.
¿Qué pasa si la persona que quiero se acuesta con otra persona?
Tú sabrás si continuas o no. Pero, no puedes obligar o exigir y no puedes dejar de empoderarte para darle ese poder a la otra persona. Es un trabajo que solo viviéndolo se puede lograr y alcanzar.
La persona que ha logrado trascender los celos (y existen ese tipo de personas) ya nunca más sienten celos. Ya no padecen de esa enfermedad, suceda lo que suceda.
Cuando alguien se encuentra con una persona que le da libertad y que no lo cela, se siente de una forma tan maravillosa, tan espléndida que ni si le ocurre tener una relación con otra persona, y es algo natural que solo va surgiendo. No se puede exigir. Por eso, bien vale la pena que todos nosotros dejemos el enamoramiento que siempre está lleno de celos. Alcancemos ese amor clarividente que es completamente libre de ese tipo de condiciones.
No hay manera de alcanzar el verdadero amor si no pasamos por esa prueba. Primeramente tenemos que saberlo en teoría ya que es importante. La mayoría de la gente no comprende estas cosas. En segundo lugar, tenemos que plasmarlo en el sentimiento de dejar a lado las emociones, que son las que oprimen, contraen y esclavizan. En tercer lugar, tenemos que empezar a vibrar en ese sentimiento que es el verdadero amor y por supuesto pasar a los hechos. Esas tres condiciones en nosotros tienen que unificarse. Pensamiento, sentimiento y acción, para que una vez unificados, estemos completamente sanos.
Si ustedes no aprenden a amarse a ustedes mismos, sino que hacen al sujeto como entidad protagonista del amor, entonces no solo no van a tener una relación de pareja óptima, sino que no van a poder salir adelante en la vida. Su autoestima es mínimo. Su confianza es nula. Su dependencia es absoluta. En todos los aspectos nos afecta.
La ignorancia es la inconciencia en el amor.
Si estoy junto a una persona que está en mi vida y no está sumando, es más, está dividiendo, entorpeciendo, bloqueando y obstaculizando; pues entonces (como ese amor a mí mismo debe y tiene que ser lo primero) yo no puedo seguir a lado de esa persona. No puedo continuar así. Debemos de hacernos a un lado y no exigirle que cambie. Las cosas deben pasar naturalmente y debo dar un paso al costado. Es difícil comprenderlo y mucho más llevarlo a cabo, pero esa es la alquimia en todos nosotros. Sabemos que si venimos a aprender amar, entenderemos que venimos todos a alcanzar ese amor que nos separa de la dualidad y nos hace ser uno con la misma fuente de ese amor crístico. Es en esa dirección a la cual debemos dirigirnos.
Vamos paso a paso, avanzando con los elementos que se nos van presentando para ir experimentando. Si cada quien tenemos lo que nos merecemos y vivimos aquello que necesitamos vivir para comprender y entender.
Hay muchos que optan cerrarse directamente al amor. Ya quedaron traumados y afectados por ese pensamiento de que si se abren van a sufrir. ¿Qué están haciendo? Saliéndose de este aprendizaje que esta vida nos puede a nosotros dar y brindar. Por el hecho de tener miedo a sufrir o a padecer, entonces no asistes a clases y se cierran completamente a la experiencia de crecimiento y aprendizaje.
Que eso no nos suceda a nosotros. Abrámonos al amor, pero de forma sabia, inteligente y clarividente, donde comprendamos que el verdadero amor está mucho más de la forma, y que lo más importante es la sustancia y el fondo de todos nosotros.
Recuerden que los tres primeros centros pertenecen al enamoramiento y al ego. Amar desde estas tres primeras condiciones sea emocional o sexual, es indudablemente dirigirnos hacia el dolor y el sufrimiento. Comenzar a amar a partir del cuarto centro, ya estamos hablando de un amor superior; y aquél que llega al quinto o sexto, se vuelve un ser excepcional y maravilloso. Gracias a todo este proceso interior, el séptimo se abre y logras el amor mismo hecho en ti. Ya no estás dando, te estás dando por completo. Porque dar es inferior a darse. Darse es superior y solo se da con aquella persona que ha alcanzado un amor que está por encima del cuarto chacra.