Para iniciar, es importante saber dónde nos encontramos ubicados. Al estar consciente de donde estamos, podemos comenzar a hacer los cambios necesarios. Dice el dicho “No hay peor esclavo que aquel que se cree libre sin serlo”.
Y esa es la realidad que vivimos, somos una granja humana y se nos ha vendido la idea de que somos libres. Ya son muchas las personas que han hablado sobre este tema en los últimos meses. Busco dejar en claro todo para puedas aprender en detalle sobre este tema. Al saber nuestra naturaleza como humanos, podemos comenzar el camino para iniciar hacer los ajustes necesarios para salir de esta granja en la que vivimos.
Necesitamos dejar de ser un cerdo, una vaca, un cordero, un buey para ya no pertenecer a esta granja. Un término que no es acuñado por nosotros.
Hay que darle el crédito a Salvador Freixedo un hombre excepcional de 93 años que (por si no lo conocían) es un español (que tuvo la fortuna o la desgracia según como se vea) de ser un jesuita; y al viajar por el mundo empezó a conocer, experimentar, a cuestionarse muchas cosas y claro el empezó a despertar. Porque es una mente lúcida.
Ustedes mismos pueden buscar Salvador Freixedo en cualquiera de las pláticas que ha dado en YouTube, y verán que es un hombre excepcional (a pesar de su edad tan prolongada). El mismo se dio cuenta que este mundo es una granja y que ni más ni menos está lleno de este animal doméstico controlado, manipulado que somos nosotros los seres humanos.
Claro puede llegar a ser muy fuerte que esto pueda llegar a ser así, pero yo no les voy a pedir a ustedes que me crean, sino que tengan una mente abierta; que empiecen a reflexionar, a cuestionar, e inclusive a traer las enseñanzas de los maestros del pasado.
En este caso como Buda Siddhartha Gautama, el hacía referencia a que este mundo estaba regido por Maya la ilusión. También suena a una malla sombra, que nos mantiene encarcelados, por lo tanto, no es casualidad esta asociación.
Él decía que esa ilusión, esa maya debía y tenía que ser transcendida y no solo hizo referencia de eso, sino que también dijo quién era o como se llamaba el Amo y Señor de esa Maya, o sea de este mundo en que nosotros vivimos.
¿Qué nombre le dio? Mara. ¿Si lo habían escuchado? Mara es el nombre de ese arconte, ese ser que construyó e hizo prevalecer esta ilusión sobre el género humano a lo cual adapto y conecto a esta Matrix con un propósito, con un fin. Estas entidades y seres que el Señor Jesús llamo Satanás existen. No en esta tercera dimensión (en la cual nuestros sentidos lo único que ven es la materia pura y dura) sino que existen en esa cuarta dimensión a la cual nosotros de repente podemos percibir o despertar y es de ahí, donde sucede todas estas experiencias inexplicables.
Han visto por ejemplo ¿las grandes cantidades de historias que existen y circulan sobre los ovnis? Hay mucha gente que todavía resulta escéptica a ese tema y por supuesto a este tema que estamos hablando. Pero quiero decirles a los escépticos que también sean escépticos a lo que se nos ha contado, a lo que se difunde por la televisión, por la escuela, por las religiones. Si somos escépticos, seamos escépticos a todo. Cuestionemos todo, indaguemos, preguntemos y por supuesto, exploremos y experimentemos porque va a ser la única manera que nosotros vamos a tener oportunidad de hallar la verdad más allá de esta maya.
Buda así lo hizo. Se dice que no tuvo contacto o no se le había dicho que los seres humanos nacíamos, crecíamos y envejecíamos para luego morir y que inclusive había enfermedades de por medio. Él no sabía que existía la vejez, la enfermedad o la muerte.
El Rey, padre de Buda (porque recuerden que Siddhartha Gautama era un príncipe de la India) a él los astrólogos ya le habían predicho que se esa alma que iba a encarnar como su hijo era un alma excepcional y que venía con una misión y un propósito que trascendía a la de reinar su reino; e iba mucho más allá y tenía propósitos trascendentales y espirituales.
A él Rey no le gustó nada este destino que los astrólogos predecían para su hijo; ya que él quería un sucesor para su reino. Por lo tanto, se puso a pensar en que podía hacer para evitar que su futuro hijo quisiera salirse del reino y seguir una vida monástica y espiritual. Era importante para él decidir qué hacer porque contaba con una enorme herencia que quería dejar a su primogénito. Entonces los sabios de esa época le aconsejaron:
Mantén alejado de las situaciones de la problemática humana que todavía está irresuelta. Porque las almas algo avanzadas, maduras, conscientes no descansamos cuando encontramos y nos enfrentamos a situaciones que no tienen respuesta. Siempre estamos en la búsqueda. No cedemos. Todavía prevalece en nosotros esa actitud de niño en la edad del porqué. ¿Por qué esto? ¿Por qué aquello? ¿Por qué esto otro? Siempre estamos queriendo ir más profundo, hasta la raíz de lo que vivimos, de lo que enfrentamos, de lo que pensamos.
Buda en un principio estaba completamente alejado de estas cuestiones mundanas y se le tenía encerrado en su castillo. Él no tenía idea de estas cosas. Se cuenta que el mismo padre se pintaba el cabello para que su hijo siempre lo viera joven y la gente anciana se le apartaba.
Estaba prohibido para Buda ir más allá de las paredes que circundaban su castillo y los terrenos próximos. Él empezó a crecer y (no a corta edad) se empezó a revelar (porque ojo tenía 30 años, estaba casado y tenía hijos). Pareciera que la comodidad le asentaba muy bien ya que le llegaba todo y tenía todo.
Se le decía simplemente que no podía ir más allá de esas paredes y claro, él quería salir, pero también era un hijo obediente. Su padre era además era el rey. Estuvo en esa controversia y mientras tanto disfruto de la vida y los placeres del mundo.
Sin embargo, a los 30 ya no aguanto más y se escapó de esas paredes que podríamos representarlos como esta maya que nos rodea. Qué pasaría si nosotros quisiéramos hallar las respuestas a esas grandes preguntas y quisiéramos irnos más allá de estas paredes, de esta barrera que nos limita a estar siempre en un estado permanente de ilusión y de materia.
Buda al empezar a recorrer el camino ir más allá empezó a ver a primera instancia a un enfermo y le pregunto a su cochero: ¿Qué le paso a este hombre? ¿Por qué esta retorcido y dolido? el cochero le respondió – mi príncipe él está enfermo. ¿Enfermo? ¿Qué es la enfermedad? – decía Siddhartha Gautama. Las enfermedades –decía el cochero- son situaciones que las personas viven y que producen un gran malestar y puede llevarnos a causantes de grave dolor y sufrimiento.
Buda empezó a calarse y a preguntarse ¿cómo es eso de la enfermedad? pero claro no se detuvo ahí. Siddhartha siguió ese recorrido más allá de esas paredes que su padre le había prohibido y al seguir su camino se encuentra con un hombre decrépito casi sin pelo, un anciano.
Y le preguntó al cochero- Pero ¿qué le paso a ese hombre? ¿También está enfermo?
El cochero le responde- No príncipe. Él no está enfermo, él es un anciano.
¿Un anciano? ¿Cómo un anciano? ¿Qué es eso? – preguntó Siddhartha.
Mi príncipe el tiempo pasa, los años pasan y las personas vamos resintiendo el paso de los años y nuestro cuerpo se va deteriorando.
Imagínense Siddhartha descubriendo estas cosas.
Un alma profunda, grande, descubrió la enfermedad y la vejez en un corto recorrido y no se detuvo ahí. Se encontraba en un estado de shock, ya estaba lleno de preguntas y cuestionamientos y al seguir recorriendo ese camino; se le cruza un grupo de personas llevando el cajón de una persona (que por supuesto había fallecido) y le pregunta el chofer al conductor de la carreta…
¿Qué le paso a ese hombre? ¿Por qué todos van detrás de él?
El grado de ignorancia en el cual se le había preservado a Siddhartha es que no tenía conocimiento alguno de la muerte.
El chofer le responde- esa es la muerte.
¿Cómo la muerte? ¿Y qué pasa con la persona? ¿A dónde va? eso no lo se decía el chofer.
¿Y dónde hallo la respuesta a todas estas cuestiones y preguntas? – se cuestionaba Siddhartha.
Dicen por ahí que hay sabios algunos mendigan, otros en monasterios que tienen las respuestas a esas preguntas. Yo no se la puedo dar – contestó el cochero.
Perfecto- dijo Siddhartha- hasta aquí llegue contigo.
Gracias chofer por presentarme estos tres grandes males, ahora no me detendré hasta no preguntar por qué sucede lo que sucede.
Y ahí recién comenzó Buda su camino. Hasta los 30 años. Porque hasta los 30 años había sido una pérdida de tiempo, ya que se había quedado atrapado en la Maya. Se quedó atrapado en la ilusión y sí ahí se hubiera quedado después de los 30 años, hubiera sido un hombre común y corriente.
Existen muchas grandes almas que no han despertado de la ilusión y pasan toda su vida perdiendo la oportunidad de alcanzar la verdadera liberación porque no han tenido las agallas, la fuerza o la oportunidad de vivir de experimentar cosas fuertes que los hagan despertar.
Muchos de nosotros nos quejamos cuando tenemos situaciones difíciles en nuestras vidas. Dolorosas, de enorme estrés y conflicto interno y claro decimos: ¡que maldición! que karma tan grande ha caído sobre mí.
Pero ocurre que gracias a esa situación dolorosa, conflictiva, estresante, puede surgir y despertar la conciencia en nosotros. Puede surgir el verdadero ser, descubrimos una fuerza y una grandeza que desconocíamos.
Buda a medida que fue experimentando y viviendo un montón de cosas, fue descubriéndose a sí mismo y nosotros también tenemos que ir descubriéndonos a nosotros mismos. Eso no significa huir de las grandes pruebas ni de las situaciones donde las cosas pueden tornarse difíciles. No debemos de ser cobardes, no tenemos que ser escapistas, no si queremos alcanzar la verdadera iluminación e ir más allá de maya.
Como decíamos hace un rato existen arcontes (también se les ha llamado demiurgos) hay seres, entidades, que sostienen esta ilusión y se alimentan de ese ganado de esto que somos nosotros; y cuando una persona quiere ir más allá, entonces sin ningún lugar a dudas va a ser puesta a prueba, va intentar ser frenada, detenida, desilusionada para que no continúe, no prosiga y por consecuente que no saque ese poder que existe en él.
Entonces debemos de estar preparados si eso es lo que buscamos. Bien vale la pena ese esfuerzo, ese trabajo porque realmente lo que nos espera nuestra verdadera herencia aquella a la que nos corresponde a todos nosotros es extraordinaria y mágica. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y vean cómo vivimos atrapados en un cuerpo.
Yo no digo que el cuerpo sea malo. Lo que estoy diciendo es que estamos atrapados en este cuerpo y no es posible; más en este último tiempo de la humanidad en donde lo material sea lo único importante. Que hayamos hecho un dios del dinero y pasivamente aceptado todo lo que se nos impone.
Justamente porque no preguntamos, no cuestionamos, no discernimos, no vamos al fondo de todo lo que estamos viviendo y lo único que estamos demostrando es que no merecemos recobrar esa herencia, no merecemos salirnos de esta ilusión. Estamos conformes, a gusto, la mayoría de nosotros defiende el sistema, la Matrix y Maya; y nos está vampirizando no sólo de esta vida sino desde hace muchas vidas.
El verdadero ser de cada uno de nosotros está en el corazón. Por eso cuando nos preguntan quiénes somos siempre apuntamos a nuestro corazón.
Entre el mundo interior y exterior está la mente. La mente es una interface y un intermediario entre el ser y la realidad. ¿Pero… qué ocurre con ese intermediario? ¿Está siendo controlado por nosotros? ¿Por el ser? No. Está parasitado, contaminado, lleno de virus (tecnológicamente hablando) y no le permiten al ser que se manifieste.
Ese cerebro está tomado por ese virus o por esos elementos negativos de los cuales tenemos que limpiar, higienizar si queremos ir mucho más allá de maya. El trabajo de limpieza interior de eliminar los egos es fundamental para que todos nosotros dejemos de identificarnos con aquello que no somos, y dejemos expresar al verdadero ser.
¿Cómo sabemos que el ser se está cada vez más manifestando en nosotros? observen a los niños. En los niños la mente todavía no está totalmente desarrollada, por lo tanto, no pueden manifestarse todos estos demonios y entidades parasitarias que se encuentran en esa interface que es el cerebro.
El ser se expresa mucho en ellos. ¿Qué vemos en ellos? Inocencia, candor, espontaneidad, dulzura, relajación, los niños son así. Ellos no viven preocupados del pasado ni temerosos del futuro. Viven en el presente.
Para los niños el tiempo transcurre muy lento. Un día, una semana es un tiempo interminable. Viven tan situados en el presente que si les hablas del futuro no lo comprenden del todo o lo ven algo lejano y distante. Qué decepcionante que a medida que vamos creciendo el tiempo se acelera. Los ancianos nos dicen mucho” el tiempo vuela”.
Una frase muy común. Pasan y pasan los años cada vez con más rapidez. ¿Qué es lo que ocurre? que hay menor consciencia. A mayor consciencia, a mayor conexión con todo lo que nos rodea estamos más en el presente y el tiempo se detiene cada vez.
Por eso la contemplación, la observación y la meditación son fundamentales para todos nosotros. A medida que vamos creciendo la mente se va acelerando, vamos haciendo las cosas de forma mecánica, autómata y el tiempo pasa volando. Los días de un adulto son días rutinarios.
Son días que casi no hay nada nuevo, el tiempo pasa volando y se va desconectando cada vez más de aquello que lo rodea. Esa persona esta cien por ciento atrapada en la Matrix. ¿Ustedes creían que los zombis no existen? Existen. Claro que sí.
Salgan a la calle, vayan un día a laborar a cualquiera de estas oficinas de gobierno o alguna de las empresas hay una gran mayoría de zombis. Zombis en vivo y en directo. Lamentablemente hay que verlo así y catalogarlo como zombis. No están despiertos ni conscientes, no valoran nada, ni reconocen nada. Para ellos todo es igual y lo mismo. Lo que viene va a ser una repetición de lo que ya vivieron.
No hay esperanza ni futuro, todo es cuadrado y encajado. No seamos zombis por favor; y no seamos estos animales que duermen en la comodidad de un mundo material que nos tiene oprimidos, atados y alejados de aquello que realmente merecemos.
Ahora, algunas de las posturas que tomamos para defender la Matrix son las siguientes:
Al defender la religión, defendemos la Matrix. Lo mismo ocurre cuando ponemos la frente en alto por la educación. Porque queremos someter al niño a lo que nosotros queremos y no a lo que pueda florecer en él; que es diferente a lo que nos enseña la sociedad.
La nacionalidad y el patriotismo. Todos somos seres humanos y hermanos. Deberían de dejar de existir las fronteras. Pero claro a favor de una unidad de hermandad positiva, constructiva, de la cual es posible que los seres humanos lleguemos a esa condición.
Una de las cosas que la Matrix quiere o estos arcontes es que nosotros no soñemos, no imaginemos, no tengamos ideales y no vayamos más allá de lo que se nos preestableció. No es posible eso.
Ese es otro de los ejemplos que los niños dan. Siempre están fantaseando, soñando o imaginando y lo que tú crees es lo que creas. ¿Y qué hacemos nosotros con el niño? le cortamos las alas. Eso es lo que hacemos. Entonces cuando hacemos que los niños dejen de volar también estamos defendiendo a la Matrix. Y así podría decir en otros terrenos.
Cuando defendemos la política, de los partidos políticos, cuando defendemos el fútbol, todo este tipo de cosas nos hace a nosotros estar defendiendo a la Matrix. Lo que debemos defender es la esencia que somos, aquella alma que tenemos eso que es intangible cualquiera de nosotros que este defendiendo algo tangible es un satánico. Estás defendiendo a la Matrix. Porque lo esencial, lo valioso y elemental es invisible a los ojos y eso si hay que defenderlo.
Pero no lo material. Ni siquiera la familia. ¿Por qué cual es la verdadera familia? La del alma. ¡Todos somos hermanos! Todos estamos emparentados inclusive hasta sanguíneamente; si vamos hacia atrás vamos a encontrar ancestros comunes. Y ni qué hablar de nuestra alma.
Esa es nuestra verdadera familia. No la del apellido, o sanguínea únicamente. Todo eso que defendemos es estar alimentando todo aquello que está en contra de nuestro crecimiento y evolución. Nos hace quedar en condiciones más atrapadas, más enquistadas en esta encarnación infinita que nuestra alma sigue viviendo.
Si nosotros ponemos mucha energía a esas cosas luego que volvamos a otra vida vamos a nacer más que enterrados. Las posibilidades de crecimiento son menores y a medida que nos vamos liberando, las encarnaciones son mejores. Al hacer esto contamos con mayores posibilidades de alcanzar nuestra misión y nuestro destino. Nuestro propósito en esta Tierra no es ni más ni menos que ser un Buda.
Porque un Buda significa eso, un ser despierto. Lo excepcional que hizo él y que hizo Jesús es que despertaron. Recuerden ustedes ” Mi reino no es de este mundo” decía Jesús. Lo dejo bien expresado. Este mundo es de un arconte y demiurgo llamado Jehová.
No lo vengan a defender ni me lo quieran empatar con el padre de Jesús porque no tiene nada que ver. El padre es todo amor y el Jehová una entidad que pedía sacrificios, de pueblo escogido etcétera. Mandaba plagas y muchas cosas más. Y este es uno de los arquitectos de esta Matrix.